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EL CARÁCTER PROPIO DE  La escuela manyanetiana

 La escuela manyanetiana

El pluralismo de nuestra sociedad es fruto de la coincidencia de diversas maneras de pensar y de actuar. Hay diversidad de culturas, pueblos, religiones, modelos de sociedad, modelos de vida y de relaciones entre las personas... También hay diversas maneras de entender la educación y la escuela.

Creemos, sin embargo, que una sociedad democrática ha de garantizar que los grupos sociales puedan ofrecer al conjunto de la sociedad modelos educativos diferentes donde las familias, de acuerdo con sus propias convicciones, puedan elegir el tipo de educación y de escuela que desean para la educación de sus hijos.

Se hace necesario, por tanto, que en una sociedad plural cada escuela defina oportunamente el tipo de educación que ofrece y las características más importantes de su identidad.

Nuestra escuela es una institución educativa de iglesia, impulsada por los religiosos Hijos de la Sagrada Familia, congregación fundada por san José Manyanet.

La pedagogía del padre Manyanet ha dado una característica específica a sus escuelas. Concebidas como una familia al servicio de las familias, son al mismo tiempo un hogar y una escuela.

Nuestra concepción de escuela, como prolongación y complemento de la propia familia y forjadora de nuevas familias, hace que busquemos una relación cercana entre la escuela y la familia a través del intercambio y la cooperación entre padres y educadores, con el objetivo de conseguir una acción educativa coherente.

Las escuelas manyanetianas se abren al entorno como centros de educación cristiana, de servicios culturales y recreativos y como lugar de encuentro de les familias y de todos aquellos que comparten la labor de la educación y de la evangelización.

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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Una familia al servicio de las familias

 

Las Escuelas Manyanetianas son una oferta de la Congregación de Hijos de la Sagrada Familia, institución eclesial formada por religiosos-sacerdotes y concebida como una familia al servicio de las familias, principalmente por medio de la educación e instrucción católica de la niñez y de la juventud, siguiendo y proponiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret.

 

Nuestras escuelas promueven la formación integral de los alumnos de acuerdo con una concepción cristiana del hombre, de la vida y del mundo. Son, a un tiempo, hogar y escuela, para que los alumnos, como Jesús en Nazaret, alcancen un crecimiento integral y armónico, preparándose a participar activamente en la transformación y mejora de la familia y de la sociedad.

 

Por ello:

«      desarrollan un ambiente, que llamamos nazareno-familiar que hace de nuestras escuelas una ver­dadera prolongación del hogar, en donde el alumno es conocido y llamado por su nombre;

«      son centros donde la cultura del corazón y de la inteligencia de los alumnos está en la base de toda su labor pedagógica, utilizando los avances tecnológi­cos al servicio de la educación;

«      presentan el Evangelio como una opción de vida y de compromiso, haciendo referencia continua en la formación religiosa y catequética al estilo de vida y a los valores que vivieron Jesús, María y José en Nazaret;

«      orientan a los alumnos en el descubrimiento y maduración de su vocación, par­ticularmente mediante una preparación progresiva hacia el sacramento del matrimonio;

«      ofrecen una experiencia familiar lo más rica posible, por medio de la acepta­ción y respeto mutuos, de las relaciones personales basadas en la confianza y en el diálogo, y de un ambiente de corresponsabilidad, alegría y armonía entre todos;

«      están abiertas a todas las familias, especialmente a las más necesitadas, y por ello se acogen a la financiación pública de acuerdo con las leyes, con el fin de garantizar la gratuidad de la educación;

«      hacen real la participación corresponsable de los diversos estamentos de la Comunidad Educativa en un clima de verdadera familia;

«      se abren y participan activamente en el entorno socio-cultural, como centros de animación y de servicios culturales, en razón de su identidad cristiana y de su vocación evangelizadora.

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Una educación cristiana

La educación cristiana que promovemos, quiere tener siempre el carácter de una oferta que respete la libertad de los alumnos, profesores y familias, quienes, a su vez, deben respetar el Carácter Propio del centro.

 

Con estos criterios:

«      enseñamos la religión católica y promovemos la formación de unos alumnos conscientes y responsables, a través de la presentación fundamentada y críti­ca del tema religioso;

«      buscamos la coherencia entre la fe y el conjunto de saberes,  valores y actitudes de los creyentes, de modo que desemboque en la síntesis entre la fe y la vida, y en su participación activa en la comunidad eclesial;

«      educamos en el amor y para el amor como valor supremo y fundamental del matrimonio y de la familia;

«      consideramos que la libertad, la justicia, la solidaridad y la paz, son valores que enriquecen la acción educativa y cuyo cultivo es especialmente urgente en nuestra sociedad;

«      orientamos y acompañamos a los jóvenes, incluso más allá del aula, en el descubrimiento y realización de un proyecto de vida realista y orientado hacia los demás, particularmente en lo referente a la vida afectivo-sexual, la situación profesional, la opción socio-política, el significado último y total de la existen­cia, y una preparación remota al matrimonio y la estima de la propia vocación, dignidad y misión.

Tenemos un Proyecto Educativo que concreta la realización gradual y progresiva de esta propuesta de formación integral, de acuerdo con los diversos niveles escolares.

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Algunos aspectos propios.

 

La pedagogía del Padre Manyanet supone:

«      un clima familiar que anima todo el ambiente escolar;

«      una relación educativa personal con el alumno, que tiene origen en el conocimiento, la aceptación y el respeto de su singularidad y que se basa en el trato familiar, la confianza y el diálogo;

«      la emulación, que significa superación de uno mismo y estímulo delante de las propias limitaciones;

«      la previsión por la cual, partiendo del conocimiento del corazón del joven y de las necesidades de nuestro tiempo, desarrollamos actitudes que les permiten superar los riesgos y las situaciones y les ayuden a captar el sentido de su juventud y vivir en plenitud sus aspiraciones;

«      espíritu de observación  y de autocrítica;

«      el amor a la diligencia, al sentido del deber, al trabajo en equipo i a la disciplina personal;

«      la presencia-convivencia de los educadores con los alumnos y con sus padres que participan en su vida, animan sus iniciativas y les ofrecen elementos de continua maduración.

Nuestro modelo de gestión

Padres, profesores, alumnos, titular y  personal de administración y servicios realizan conjunta­mente una tarea que nos aglutina y da sentido a nuestros esfuerzos e ilusiones: la formación integral de nuestros alumnos.

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